A tiempo


Señor,
empezamos nuestro encuentro en esta mañana
sintiendo nuevamente que nos llamas por nuestro nombre,
que nos convocas a tu comunidad
que nos invitas a desatar,
para todos mis hermanos y hermanas,
la palabra de vida
que siembras, día a día, en mis entrañas.

Que tu Espíritu nos acompañe,
en todo momento y circunstancia,
para que nuestros labios y nuestro corazón
te anuncien, con alegría y ternura,
como la buena noticia de la liberación
en este mundo que anhela y busca.

Que con nuestras palabras y testimonio
salgamos urgentemente al encuentro
de los que buscan una vida más digna,
de todos los que ansían y necesitan cercanía,
salud y trabajo, justicia y paz,
diálogo y fraternidad, vida...

Que les ofrezcamos, gratis,
las primicias de tu Reino
desde la compañía respetuosa y fiel,
desde la historia y experiencia que Tú nos has dado,
y desde la memoria de tu vida
que convence y llena.

Gracias, Señor, por la elección y llamada
que haces a nuestra comunidad
para anunciarte hoy, a todos los que Tú amas.